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Para celebrar nuestro quinto aniversario, buscamos a algunos de los empresarios más destacados del país para averiguar cómo es que hallaron su vocación.
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Crear (no sólo observar) el entorno
Por Carlos Fernández / fundador de Finaccess y ex director general de Grupo Modelo
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Cuando era pequeño, me gustaba escribir en una libreta (que aún conservo) ideas de negocios, cosas por hacer o crear. Muchas de ellas son hoy realidades palpables que me sorprendieron porque yo no hice nada para que se hicieran realidad. La diferencia principal entre lo que yo imaginaba y lo que otro había logrado, es que el otro había hecho algo al respecto.
Yo no tomé la decisión de perseguir esos proyectos simplemente porque, en el orden de mis prioridades, no ocupaban el primer lugar. Yo decidí, desde muy joven, invertir mi tiempo en tareas que consideré más viables y alcanzables.
Cuando tenía casi 13 años de edad y acababa de regresar de estudiar en Irlanda, decidí dedicar mi tiempo libre a conocer a fondo la cervecería que dirigía en ese entonces mi tío, don Antonino Fernández, en la calle Lago Alberto de la Ciudad de México.
Al principio me costó mucho trabajo, porque me encomendaban tareas pesadas físicamente, como limpiar los patios, descargar de los camiones los sacos de arroz, rolar turnos, montar transportadores de botella o entregar cartones de cerveza a domicilio.
Cuando me nombraron ceo de Grupo Modelo, en 1997, ya había puesto en marcha (con la ayuda de muchos colaboradores) iniciativas que mejoraron la productividad, la comunicación y los resultados de la compañía.
Durante las más de dos décadas que permanecí, y acompañado por un equipo de trabajo extraordinario, enfrentamos enormes desafíos al desarrollar alianzas estratégicas y metodologías de trabajo con un sello muy particular.
Fuimos el principal exportador de cerveza y convertimos a Corona Extra en la marca líder en México y la quinta entre las firmas de cerveza más vendidas a escala mundial, con presencia en más de 180 países y liderazgo en más de una veintena de ellos, incluido Estados Unidos.
Soy emprendedor nato. Conozco muy bien los sentimientos que afloran en esos momentos en que hay que tomar alguna decisión. Fue así como, con lo aprendido en una empresa e industria apasionante, y con la satisfacción que da el deber cumplido, en 2013 inició para mí el sueño de hacer empresa desde un nuevo ángulo; me tocó escribir, con la ayuda de Dios, una nueva ruta de acción y desarrollo.
Para quienes portamos en nuestras venas el virus empresarial, es imposible mantener las manos cruzadas y ver que las cosas pasen a nuestro alrededor sin intervenir.
Iniciar de cero permite escribir y planear sobre una hoja en blanco. El viaje es largo. La paciencia, la prudencia y la coherencia deben ser acompañantes constantes sobre el camino trazado.
En esta nueva etapa, me queda claro (como me quedó en el pasado) que nada sucede si no se da ese primer paso que genera una acción. Un emprendedor hoy no puede jactarse de serlo si no se arriesga a dar el primero de los muchos pasos que se requerirán para alcanzar el sueño que se está persiguiendo.
Paso a paso, con voluntad férrea y objetivos claros, los sueños se pueden alcanzar.
Es cierto que, sin duda, en el desarrollo de cualquier negocio, el concepto o idea, y la asertividad en el desarrollo de la estrategia, la ejecución, el momento e, incluso la suerte, juegan un papel importante. Pero es igualmente cierto que la suerte no se hace presente para aquellos que no deciden ponerse en marcha.
La pregunta para quienes buscamos generar empresa y ser emprendedores es si queremos ser simples observadores de nuestro entorno o si buscamos participar en la creación del entorno.
No es suficiente preguntar: ¿Así fue? Como artífices de algo singular, debemos poder explicar cómo fue…